lunes, 5 de abril de 2010

Número Uno

Fomentando el sucio arte, dando a conocer lo que siento desde esa edad. Me veo hay, frente a ese humano que me hace dibujar a la familia, la gran familia feliz. Ver tanta soledad, ¿cómo dibujo la soledad, mi soledad? No es una pregunta apta para que una pequeña niña responda.
Luego de años de capacitación, de caminar voluntariamente obligada por aquellas calles, ver las mismas caras, subir la misma escalera, sentarme frente a ese gran mesón y tener que dibujar de nuevo, pero ya no a la familia. Ahora me hablan de mí, de mi carisma, de mi forma de afrontar la lluvia.
Solo daño, solo temor provocó aquello, solo ganas de salir corriendo a practicar lo que tantas veces me insinuaron, sacar mi propia rabia pegándole a un cojín, para mi voluntad el cojín debía tener pies, manos, ojos, boca y por sobre todo unos sentimientos.

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